jueves, 22 de octubre de 2020

Algo te identifica...

Algo te identifica con el que se aleja de ti, y es la facultad
común de volver: de ahí tu más grande pesadumbre. 
Algo te separa del que se queda contigo, y es la esclavitud
común de partir: de ahí tus más nimios regocijos. 
Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, 
tanto como a las colectividades individuales y a los que, 
entre unas y otras, yacen marchando al son de las
fronteras o, simplemente marcan el paso inmóvil en el 
borde del mundo. 
(...)
¿Qué hay más desesperante en la tierra, que la 
imposibilidad en la que se halla el hombre feliz de ser 
infortunado y el hombre bueno, de ser malvado?

¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda la mecánica social 
cabe en estas palabras.

César Vallejo


lunes, 12 de octubre de 2020

Las cartas del futuro


Hay muchas maneras de celebrar. Nosotros sin darnos cuenta hemos celebrado el día de la Hispanidad visitando la Biblioteca Nacional para ver la exposición de Miguel Delibes. De él sólo tengo leídos "Cinco horas con Mario" y " El Camino".  Recuerdo leer "El Camino" en la terraza de mi casa de Oporto allá por primavera. En esa terraza tan inmensa con su palmera de fondo y su balancín lleno de siestas mecidas al sol. El libro me lo dejó Paco ( yo le presté "Los Europeos" de Rafael Azcona) y sin pretenderlo consiguió que me enamorarme un poquito más de él. Así funciona mi cabeza. "Los Santos Inocentes" la vi en mi buhardilla de Lavapies y nunca lo he pasado tan mal llorando. Me provocó una especie de cascada incontrolable de lágrimas al ver tanta injusticia tan real y cercana. Alfredo Landa me recordaba a mi padre, y creo que eso era demasiado doloroso de soportar. El caso es que no la pude acabar y me da más miedo volver a retomarla que hacerlo con "El exorcista"

En la exposición de Delibes se podían leer algunas cartas de amigos. Eso es algo que siempre me encandila. Como cuando pude leer las cartas de Frida en Coyoacán. Sólo por eso ya vale la pena visitar cualquier exposición para mi. El caso es que leyendo la carta de Carmen Martín Gaite, tan sencilla y tan universal,  me preguntaba cómo elaborarían una exposición de cualquier escritor actual de aquí a 100 años. En las cartas se refleja un poco nuestra mirada del mundo, nuestras impresiones, nuestras preocupaciones y esos pensamientos sueltos y dispersos donde pueden cobrar sentido y forma sobre el papel. ¿Serán los correos electrónicos el reflejo sucedáneo de las cartas? No lo creo. Escribimos más que nunca, pero lo pensamos mucho menos. Yo por ejemplo sufro incontinencia verbal vía whatsapp, siempre online, siempre atenta. Pero en whatsapp se mezcla todo,  lo prosaico, con el debate de grupos,  la lista de la compra, esa foto chorra estilo selfie, un recordatorio de trabajo, notas de voz interminables, links de noticia, canciones, series y con suerte, y según el día, puede que algún pensamiento profundo compartido. Ahí está todo, todo y nada a la vez. Porque está demasiado disperso. Supongo que es un reflejo de nuestro tiempo. Y tampoco digo que haya que elegir, o escribir cartas o  escribir vía whatsapp. Paco se sorprendía que Delibes, como decía la exposición, fuese capaz de escribir 10 cartas diarias, pero es que en whatsapp yo dedico muchísimo tiempo, ¡mucho más de lo que equivaldría escribir 10 cartas! No se trata de ser un romántico colgado de la nostalgia y retomar un habito extinguido sin más , sino de combatir el olvido y escribirnos mejor para entendernos a nosotros mismos, ordenarnos las ideas, evitar la inercia de la vida moderna. Ardua tarea, esa...

Carta de Carmen Martin Gaite


Mi nombre desenfocado

 Mi nombre no tiene un único sabor que me defina. Tengo muchos, quizás demasiados.

Al no tener mi nombre una rotunda sonoridad, como un Lola, Julia o Marta, pues cada persona me nombra como quiere o como puede. En mi DNI soy Iciar , pero en mi bautizo fui algo más; Iciar del Mar Remedios. Y esa, fue la primera de muchas mutaciones.

Para mi abuela Angustias, por ejemplo, siempre he sido Isía, no Iciar, sino I-S-Í-A, con acento del sur. Porque mi abuela , como tantos otros, era hija de la emigración y aunque vivía en Caldes de Montbui, ella era de Gor, un pueblecito de Graná. Yo nunca se lo corregí, ¿para qué? Me gustaba como sonaba así, mi nombre averiado, nuevo, con acento andaluz, de su añorado pueblo blanco, enjalbegado, del que siempre me contaba aquella historia de cuando la viruela asaltó a todo el pueblo y murieron dos de sus hermanos. Entonces, los médicos, recomendaban no beber agua, que era mala para la viruela -decían, pero ella no les hizo ni caso y aprovechando que su madre bajó hacia las pozas a lavar la ropa, se quedó sola en la casa. Ella sabía que tardaría en volver porque a su madre le encantaba demasiado eso de chafardear con las comadres. Entonces, ya tranquila, sin nadie cerca fue cuando se empinó el cántaro del agua. Gracias a eso salvó su vida. Por eso, Isía me sabe al agua fresca de ese cántaro.

En Bilbao en plena edad del pavo mi nombre dio un giro de más de 360 grados y mutó de Iciar a Txuma. No me preguntes cómo ni por qué, porque incluso a mi me cuesta hacer arqueología de anécdotas y llegar al dichoso origen . El caso es que desde entonces casi nadie sabía en realidad cómo me llamaba. Todo el mundo me conocía por Txuma. Incluso inspiré varias canciones absurdas con ese nombre tan bizarro. Cuando escucho Txuma , sé que estoy en Bilbao con amigos de toda la vida. Interpretando un guion un poco ya predefinido, porque Txuma siempre es más un personaje que una persona (aunque ella tienda a salirse de cualquier marco). A Txuma le encanta llevar la contraria, tocar las narices y hacerse querer. Txuma me sabe a pintxos de Somera, cazuelitas del Rio-Oja, txampis y kalitxikis del Motrikes, txakoli guipuzkuano y patxaran.

En Madrid siempre me he presentado como Itzi, claro que aquí en la meseta pocos lo escriben así. Ichi ha ganado por goleada. Es mi variación castiza. Esa “ch” de chata, chica, chooootis. Me encanta ponerle ese tonito chulo a lo Sarita Montiel. Ichi me sabe a cañas de 1€ en el Museo del Jamón con su tapita de rigor, a patatas fritas, a chocolate con churros en invierno, a esa tosta de jamón un domingo de rastro en El Extremeño, a aceitunas con hueso y a más espuma de cerveza rompiendo en brindis de terrazas por tantas buenas y malas noticias que nos ofrece esta ciudad. Cualquier excusa es buena para celebrar.

Itziar me llama casi toda mi familia. Pero hoy resuena más fuerte la voz de mi hermano “¡¡¡Itziaaaaaarrrrrrr!!” a lo Marlon Brando en Un Tranvía Llamado Deseo. Mi hermano me chilla tan fuerte que su aullido me llega desde Australia. Se llama Andoni, nombre por cierto, que elegí yo con 5 añitos , así de repente, como una epifanía de niña pequeña consentida. (Gracias por darme el gusto ama), Me gustaba entonces y me sigue gustando. Pero al pobre le pasa algo parecido a mi. Según donde viva las variaciones se multiplican y pueden nombrarle de cualquier manera menos por su nombre de pila; Anthoni, Tony, Antonio... Itziar me sabe a sus paellas de domingo. Las echo de menos.

Responder a tantos nombres, porque hay muchos más, me lleva a pensar, ilusa de mi, que todos son mis heterónimos , como en Fernando Pessoa . Quizá el mejor y más famoso ejemplo en la literatura. Sus heterónimos eran “otros de él mismo” con personalidades autónomas. De todos mis nombres, ¿con cuál de todos ellos me quedo? ¿Cuál me define mejor? ¿Dónde me siento más yo? Son demasiadas y lo normal sería identificarse con uno solo. Pero yo no puedo.

Soy un poco como Mel, personaje interpretado por Robin Williams en la película “Desmontando a Harry” de Woody Allen. La escena puede resumirse más o menos así:

Robin Williams interpreta a Mel en el set de rodaje. Pero entonces surge un problema para estupor de todos:

- Está desenfocado, ¡Mel está desenfocado! 

-¿Cómo puede ser?

Mel está desenfocado cuando al resto de actores se les ve perfectamente. Nadie entiende nada, y menos todavía el pobre Mel. Como solución le mandan a casa, a descansar y a ver si así se aclara. Pero al día siguiente es todavía peor. Él se ve mucho más borroso. Su familia sigue viéndole desenfocado.¡ Incluso su mujer se marea al mirarlo!. Normal. Con tanta indecisión sobre sí mismo ¿como van a poder verle definido? Ya en el médico el doctor concluye que la solución es que su familia, si quiere ver bien a Mel, va a tener que acostumbrarse a usar gafas graduadas.

La escena es maravillosa como metáfora de muchas cosas. Una genialidad de Woody. Por suerte mi caso es sólo un juego de nombres y personajes con bastantes cosas en común entre sí. A pequeña escala todos llevamos un Fernando Pessoa dentro fabricando heterónimos según nos conviene. Estamos llenos de gente. Por que...¿quién es Iciar, una mascara tras la cual se multiplican personajes imaginarios, o tan sólo un nombre que los reúne?










sábado, 10 de octubre de 2020

Ropa música chicos

"Escuchar Horses despierta en mí la idea de que la sexualidad de las chicas puede plantearse bajo sus propias  condiciones, por parte propio o con fines creativos, no simplemente para explotarla o conseguir un hombre . Nunca había oido a una mujer jadear de esa manera o hacer ruidos como si estuviese follando mientras canta ( excepto en Je t'aime de Jane Birkin, y a mí ese disco  no me conmovió lo más mínimo ).  Escuchar la música tan sexual de Patti Smith, la forma en que construye un crescendo orgásmico mientras canta al frente de su grupo me vuelve loca. Es algo liberador. Si yo lograse soltarme aunque sea una cuarta parte o incluso una octava parte de lo que se suelta ella sin que me importase una mierda quedar en ridículo, quizá llegaría a hacer algo con mi vida. 

viernes, 9 de octubre de 2020

Ropa música chicos

"Recuerdo una vez que John Peel puso "Ride a White Swan" en su programa de radio que se emitía por la noche. A la mañana siguiente yo me iba de viaje durante dos semanas a un campamento de Woodcraft, en Yugoslavia (normalmente nos llevaban a países comunistas), y antes de irme le dije a mi madre: "Esta canción va a ser un éxito". Me parecía genial, me gustaba más que sus cosas anteriores un poco folk y amaneradas, esa canción era más pegadiza, más pop. Cuando regresé de Yogoslavia, quince días después.  ya había entrado en la lista de discos más vendidos y diez semanas más tarde alcanzó el puesto número dos.  Era enero de 1971 y yo tenía diecisiete años. Muchos de mis amigos chicos estaban horrorizados porque me gustaba T.Rex y la música pop, pero es que a mi me encantan las buenas canciones. Da igual de qué género sean; una buena canción es una buena canción."

  Ropa, música , chicos. Viv Albertine

Si pudiéramos hablar ...

miércoles, 7 de octubre de 2020

Escribir

"Toda escritura, cuando se pone en marcha , genera algún tipo de azar, como si hubiera aspectos que sólo pudiéramos convocar entre una página y la siguiente. De esa forma logran emerger: mientras esperan pacientemente el momento oportuno para surgir durante el proceso creativo. La casualidad no es más que una consecuencia que posee un ritmo propio."



lunes, 5 de octubre de 2020

Vernon Subutex

"Acuérdate, Vernon, entrábamos en el rock  como el que entra en una catedral, y esta historia era una nave espacial. Estaba lleno de santos, ya no sabíamos ante cual arrodillarnos para rezar. Sabíamos que una vez desenchufados los jacks, los músicos eran personas como los demás, que hacían caca y se limpiaban los mocos cuando pillaban un resfriado, pero daba lo mismo. Nos importaban un huevo los héroes, lo que queríamos era aquel sonido. Nos traspasaba, nos fulminaba, nos colocaba. Existía, a todos nos provocó lo mismo al principio: joder ¿esto existe? Era demasiado grande para nuestros cuerpos.  Jóvenes al galope, no teníamos ni idea de la suerte que teníamos... Me acuerdo del tío que me enseño los tres acordes de "Louie Louie" a la guitarra, y por la noche me di cuenta  de que con eso podía tocar casi todos los clásicos. Cuando tenías callos en los dedos por primera vez, era como haberte sacado  el certificado de aptitud profesional. El primer tema  que supe tocar  entero fue ""She's Calling You". Necesité un verano. Lo que hacíamos era una guerra. Contra la tibieza. Nos inventábamos la vida que queríamos tener y no había ningún aguafiestas que nos advirtiera que al final renunciaríamos . Cuando yo tenía 16 años, nadie habría podido hacerme creer que no estaba exactamente donde tenía que estar. En un camión G7, sentado en la rueda,  temblando con seis colegas sin estar seguros de haber puesto bastante gasolina para volver pero a ninguno de nosotros le preocupaba la duda. Era "la última aventura del mundo civilizado". Lo demás te acuerdas, no era tabú, no estábamos cabreados con nadie. Los demás no existían. Vivimos nuestra juventud en burbujas de acero blindado. Había alquimias de entusiasmo, cosas cuya otra cara aún no habíamos visto, nos buscábamos apodos, todo era interesante, hasta las mayores gilipolleces. [...]

"La" escena era lo único  que contaba. Y teníamos razón. Entre semana pegábamos carteles , los fines de semana tocábamos en algún sitio, había bastante gente para que no nos diera la impresión de estar ensayando, planchábamos nuestros discos,  no nos pronunciábamos en ninguna parte, no había intermitencia,  no había mundo exterior al  nuestro.  Todos teníamos asociaciones sin ánimo de lucro , éramos tesoreros, presidentes y todos vivíamos de trabajos de ayuda al empleo. Íbamos a Italia, a Alemania, a Suiza a Hungría, a España a Inglaterra a Suecia, siempre en camiones hechos polvo, y éramos reyes del mundo. Luego llegó el señor que se encargaba del rock en el Ministerio de Cultura , empezamos a oír hablar de subvenciones,  a ver que abrían bonitas salas que parecían centros de juventud municipales de lujo, vimos a tíos que sabían  montar dosieres, que hablaban el lenguaje de las instituciones, estaban más estructurados, eran más listos.  Empezamos a rellenar papeles. El CD sustituyó al vinilo.  Desaparecieron los 45 revoluciones.  Parecía que no pasaba nada. Sabíamos  y no sabíamos.  Cada cosa, tomada de una en una, era anecdótica.  No lo vimos venir en conjunto.  Y aquel sueño sagrado  se convirtió en una fábrica de meados. Ya nada era nuestro. Nos convertíamos en clientes. El rock le venía bien a la lengua oficial del capitalismo, la de la publicidad ; eslogan, placer, individualismo, un sonido que te impacta sin tu consentimiento. No entendimos que las piedras mágicas que teníamos en las manos eran diamantes puros. Un tesoro en manos  de una pandilla de inadaptados. Ninguno de nosotros tenía planes de hacer carrera. No pensábamos que era posible. Eso nos salvaba. Lo perdimos todo. Pero nunca hablaremos de igual a igual  con los que nunca han conocido  una vida que se ajusta a sus sueños punto por punto.  Hoy en día me cruzo con personas  que, a los veinte años, aprendían la competitividad en la escuela o el marketing en la empresa, y que quieren hacerme creer que hemos vivido la misma juventud. Yo no digo nada. Pero olvídalo, tío, olvídalo. Mi aristocracia es mi biografía. Me quitaron todo lo que tenía,  pero conocí un mundo que nos creamos  a nuestra medida, en el que no me levantaba por la mañana diciéndome voy a seguir obedeciendo.

Los años noventa. Había llegado el momento de que todos cantaran las alabanzas del pragmatismo. Ninguna cuestión ética podía reducir los beneficios. Estaba desfasado. El que no aullaba con la manada era un retrasado mental. Saquearon todo lo que habíamos amado. Destruir es rápido, todo el mundo puede hacerlo. Rápido, rápido, una página más de publicidad, una subvención, dos espónsores nante, que sienta correa cuando quiera correr. Aquel mundo nuevo era fantástico, había que ser gilipollas para no creer en él. Y los activistas políticos que estaban en nuestras filas no reaccionarios mucho más. Siguieron recitando viejas fórmulas, como si salieran de libros sagrados. Reflexionar en tiempo real no le interesaba - cuanto más pasaba el tiempo, más le gustaba la Comuna. Esa masacre se convirtió en nuestro descendimiento de la cruz. Así no llegaremos lejos."


jueves, 1 de octubre de 2020

Cachitos de pandemia

 

Parece que cada vez que nos vamos de viaje pasa algo. Cuando nos fuimos a México empezó una pandemia a nivel mundial. Cuando en septiembre nos fuimos unos días a Menorca aprovechando la casita libre de Calella , Madrid saltó por los aires y empezó a confinar algunos barrios. Barrios del sur concretamente. Pero mejor lamamos a las cosas por su nombre ; decidieron segregarnos. 

Digamos que la vuelta a Madrid era un duro golpe de realidad, y más después de haber estado jugando a ser ricos en Menorca jaja. Fueron 4 días intensos sin más recursos que nuestra imaginación y un entorno de ensueño. El barco gris de la Guardia Civil, las calas turquesas y las historias que nos contaron en el Blue Arenal sobre la buena energía concentrada en Cala Pilar , fueron más que suficiente para vivir felices, medio drogados sin drogas y ajenos a la actualidad. (Qué bien se vive ajeno a ella)

Volvimos a Madrid. Volvimos al ghetto. Leer las noticias sólo me genera ansiedad y mala leche. Aún así, en un entorno tan poco esperanzador siempre surgen buenas noticias. Paco, por fin, es profesor. Encima en el barrio. Ser de Vallecas a veces trae ventajas inesperadas. 

Comparto un collage de conversaciones de whatsapp que reflejan mis bocados de realidad. Noticias de twitter y música con un poco de nostalgia de fondo. En estos días vivo colgada del azúcar. Tanto que pienso en palmeras de chocolate por encima de mis posibilidades. Pero una palmera, como muchos sabemos es algo más que azúcar. La de la foto es de Zaragoza y guarda una historia fantástica en  ella.

Ay la música. Me reencuentro con su significado leyendo los libros de "Vernon Subutex" que tanto me recuerdan en parte a "Alta fidelidad" de Nick Hornby. Yo también añoro esos años  donde todo parecía muchos más autentico (¿lo era?). Hoy en twitter he leído que nuestra política está gobernada por directores de comunicación y marketing.  Y tienen razón. Si al menos hubiese buen producto que vender... pero es que la apariencia se queda sólo en eso, apariencia hueca, sin buen contenido, ni una esencia creíble. Es más caro aparentar ser bueno, que serlo. Y lo peor de todo es que ese absurdo, lo pagamos todos.


En Roca Grossa , ajenos a todo y bañados por la luz y el salitre


Diario



¿Quien quiere un couch teniendo a una madre?

La palmera de Zaragoza


Mi psiquiatra a jornada completa



Si los hombres pariesen el aborto sería un sacramento

Eh!!!

Las batallas de Flandes son las batallitas de escuela. Que ahora los hermanos son profes