viernes, 18 de diciembre de 2020

Mi lista de libros 2020

Este año con tanto tiempo libre y tanta reclusión pandémica los libros han sido un refugio para mí. Nunca había leído tanto, creo. Además, ¡este año he descubierto a Carmen Martín Gaite! 

Todo lo que he leído suyo es para leerlo una y otra vez, recorrer sus divagaciones a ritmo lento , degustándolas sorbito a sorbito. Porque a mí, enseguida se me olvidan las cosas y con Carmiña no me gustaría olvidarlas tan rápido. Por eso , como cuando éramos niños y veíamos una película en bucle sin cansarnos , releeré a Gaite y no creo que me canse.

Más allá de Gaite, pongo aquí algunos libros más. Todos ellos con el sentimiento compartido de no querer acabarlos nunca. 

Aquí dejo mi lista particular por orden de intensidad : 

  1. Nubosidad Variable. Carmen Martín Gaite
  2. El Jinete polaco. Antonio Muñoz Molina
  3. Lo raro es vivir. Carmen Martín Gaite
  4. Retahílas. Carmen Martín Gaite
  5. Nada. Carmen Laforet
  6. Feria. Ana Irís Simón
  7. La casa del padre. Karmele Jaio
  8. El olvido que seremos. Héctor Abad
  9. Pisando ceniza. Manuel Arroyo- Stephens
  10. El maestro Juan Martinez que estaba allí. Manuel Chaves Nogales 


Me falta en la foto el de Karmele Jaio. Está en Bilbao circulando de mano en mano

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Hombres elegantes vs. hombres con gusto

Leyendo a María Vela Zanetti en su libro "Maneras de no hacer nada" me encuentro con este hallazgo. Una tentativa de definir lo que es ser un hombre elegante y un hombre con gusto. Porque, y aquí viene lo interesante, son dos cosas bien distintas, dos maneras de habitar en el mundo.  

Milena Busquets también tiene una artículo que toca esta obsesión por la elegancia. Pero Milena se excede en la definición quizás demasiado encorsetada ( que si lee a Proust, que si no lleva chalecos ni tirantes... ). Ambas, Milena y María,  quieren llegar a la misma conclusión; ser elegante, más que física, es una cuestión mental . Pero ver cómo juega con esa diferencia entre el gusto y la elegancia que describe Zanetti es irresistible. Algunas frases: 

"El buen gusto sería el reducto de lo improbable, de lo muchas veces imposible, de lo que se ha ensayado sin testigos. 

El buen gusto es una religión primitiva llena de ceremonias secretas, de iniciados y de conjurados. El hombre de gusto huye si se le echa en cara su buen gusto.

A diferencia del hombre con buen gusto , el elegante elige,  lo que imprime a su condición un odioso carácter de tarea. El hombre de gusto está libre de la soberbia de la elección, y mantiene en cambio el orgullo de la inevitabilidad.

El elegante es por definición un progresista; el hombre de gusto es un hastiado conservador. 

El elegante lo que cuenta es la forma de matar; para el hombre de gusto lo importante es la manera de morir. 

El hombre de gusto siente un fuerte impulso de irrealidad; el elegante confía en resolver sus asuntos. 

El hombre de gusto  comprende al de medio pelo; el elegante es implacable con la mediocridad de la que juzga estar libre."  




Después de escribir esto, me he puesto a leer un poco a Trapiello, sus artículos pasados en "La brevedad de los días", vamos, otra manera más de no hacer nada. Pero ¡ qué casualidad ! justo me he topado con la elegancia otra vez. No tiene pinta que Andrés Trapiello ande muy obsesionado buscando definir lo que es o no la elegancia, pero quien sabe. Él apunta que: 

La elegancia no es abstracta ni absoluta. No hay elegantes abstractos. Pensamos en la elegancia y siempre se nos vienen a la memoria unas actitudes y unas personas que unimos a una época. Pero además la elegancia no es única en cada tiempo. Al contrario que las modas, la elegancia no pasa jamás. 
Entre los poetas españoles de este siglo hay dos que podrían parecer antinómicos en el concepto de la elegancia, y uno , en cambio, los ve igualmente elegantes, se diría que con una elegancia complementaria : uno es Juan Ramón Jiménez, siempre tan discreto y exquisito. A su lado Antonio Machado, que tan bien se retrató aludiendo a su "torpe aliño indumentaria". Y sin embargo se lo imagina uno sentado en su café, tal y como le vio el fotógrafo Alfonso, serio, apoyando ambas manos en esa como cayada, y nos parece un hombre elegante y aristocrático al mismo tiempo, muchos más incluso que su hermano Manuel, ése si con verdadera fama de dandy. Por otro lado la elegancia externa nos incumbe siempre que acompaña a valores que admiramos. Detrás de la elegancia de Juan Ramón Jiménez está su obra , como detrás de la de Antonio Machado están sus poemas puros, quizá porque en un escritor la verdadera elegancia es dejarnos una obra hermosa y no una estela de perfume. Lo normal en cambio es lo contrario, no el elegante desnudo, sino de atrezzo.