viernes, 22 de septiembre de 2017

Silencio


Estos días de vísperas, previos a una nueva etapa, un nuevo trabajo, una ya no tan nueva ciudad, algunos en horas laborales nos sentimos como adolescentes de 15 años haciendo pellas en el instituto,  con un sentimiento raro enredado con la culpabilidad. Tiempo libre por delante para disfrutarlo a placer.

Vivo cerca del Pagasarri, el monte más famoso de Bilbao y la verdad que es un lujo que he empezado a apreciar ahora. Con tanto ruido en la ciudad, en las redes sociales, en mis tripas nerviosas y en los medios de comunicación (Referéndum is coming) escaparte al monte es un viaje en el espacio y tiempo. En el Pagasarri todo el mundo se saluda. Da igual que vayan en bici, con cascos o en manada. Debe ser que cuando tenía 6 años, recién llegada de Barcelona, esto ya me chocó (y eso que venia de un pueblo). ¿Por que se saludan si no se conocían?

El Pagasarri tiene el poder de dar la sensación aún de poder escapar de los caminos inescrutables de la masificación . Por suerte aún no esta de moda y son mayoría los que prefieren ejercitarse en el gimnasio. Maravilla. Es una maravilla. Poder sudar y hacer ejercicio en silencio entre cabras, vacas, ciempiés y babosas. Un cobijo de paz, incluso con una sensación especial de protección. Los que subimos a este oasis pertenecemos a una comunidad sólo por ese -Aupa! que nos decimos en el camino.

"Nada más valioso hoy en día y elegante que dar un instante de silencio"
Y tanto.

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