sábado, 16 de marzo de 2013

Forrest Gump, pág. 1

Ser idiota no es ninguna bicoca, se lo aseguro. Los demás se ríen de ti, pierden la paciencia, te tratan mal. Dicen que la gente debería ser amable con los deficientes, pero no siempre es así. De todos modos, yo no me quejo, porque he vivido una vida bastante interesante.

Soy idiota desde que nací. Mi coeficiente intelectual es aproximadamente setenta, lo cual, según dicen, demuestra que soy idiota. Algunos dirían que soy imbécil, o memo, aunque yo me considero más bien torpe, y no idiota, porque la gente cree que los idiotas son esos mongólicos con los ojos muy juntos que parecen chinitos, que siempre están babeando y toqueteándose.

Soy torpe, lo reconozco, pero probablemente más listo de lo que piensa la gente, porque lo que me pasa por la cabeza es muy distinto de lo que la gente ve. Soy capaz de discurrir, pero cuando me toca decir o escribir lo que pienso me hago un lío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario