He conocido al hombre más fuerte del mundo, un antiguo estudiante de Cambridge, un poeta brillante cuyo trabajo adoraba antes de conocerlo, un Adán alto, corpulento y sano, medio francés, medio irlandés ( con bastantes tierras agrícolas en Yorkshire, también) , con una voz como el trueno de Dios, un cantante cuentacuentos, un león y un trotamundos, un vagabundo que jamás se detendrá
domingo, 31 de enero de 2021
Amor a primera vista
miércoles, 27 de enero de 2021
Hablar rápido
jueves, 21 de enero de 2021
El Purgatorio
Me siento como si estuviésemos en el Purgatorio. No como lugar físico, sino como estado mental. Ni peor ni mejor, ni aquí ni allá. Bueno, claramente peor. Desarraigados de un pasado ya lejano y un futuro que no termina de llegar porque es que ¡no se ve!, ¡no se ve joder!, culpa del vaho de la mascarilla.
Por suerte no toda espera es percibida como un purgatorio. La de Pablo, ese bultito que se ve en la barriga de Amaya, es un motivo de fiesta y alegría. ¡Qué ganas de conocerle! Porque...¡Esta década va a ser la mejor! ¡Quizás , quizás , quizás!
Mejor de golpe
Lo próximo será una plaga de langostas. Y lo peor de todo es que ya ni nos sorprenderá. Después de acostumbrarnos a tantas malas noticias y seguir desesperados por la falta de horizonte, la llegada de Filomena supuso para los madrileños un recreo fugaz lleno de alegría y diversión. Yo que estaba en Bilbao envidiaba esas estampas tan bellas, tan propicias al juego infantil y la alegría. Hasta mi pobre barrio Puente Vallecas, tan poco fotogénico, lucía soberbio y elegante gracias a la nieve.
Pero el recreo terminó. El maquillaje de nieve, tan favorecedor, se corrió al final de la fiesta. Esa nieve hoy ya no es virgen, ni pura, ni blanca. Está pisoteada, bien sucia, es incómoda, incluso peligrosa. Y es que una semana después de la gran nevada, del colapso inicial, los problemas persisten y encima tenemos que aguantar que se presuma de buena gestión por parte del Ayuntamiento cuando sólo una cuarta parte de las calles de la ciudad son transitables, los supermercados tienen problemas de abastecimiento, las basuras llenan las calles con algunas ratas emergiendo en la nieve y los colegios aún siguen cerrados.
Si esta pandemia no era ya desesperante, Filomena llegó para ponernos un poco más al limite. Son tantas las familias haciendo equilibrios para sostener la vida estos días. Tantos los que terminan adaptándose, a su pesar, ante tanta adversidad. Que yo no paro de cantar un estribillo de Sílvia Pérez Cruz como una suerte de conjuro o voluntad de suerte. Dice así: Las penas que me maltratan / Son tantas, que se atropellan / Y como de matarme tratan / Se agolpan unas a otras / Y por eso no me matan.
- Papa, ¿tu crees que habrá una inundación? ¿Por las alcantarillas? –pregunta un niño
a su padre en el autobús.
- Espero que no hijo. Que bastantes problemas tenemos ya. Se nos agolpan.
¡Menos mal que no se ponen en fila!