Leo en un artículo sobre consejos para el cuerpo, mente y bienestar que estos personajes
responden a personalidades volcánicas, de verborrea sin limite y con un patrón común;
no saben escuchar. Yo no diría tanto. Eso de personalidad volcánica, pase. Lo de que
hablar rápido viene con el pack de no saber escuchar , ¡ni hablar!
Marc Giró en una entrevista se presentaba a sí mismo diciendo que él habla rápido,
porque hablar rápido es de pobres. ¿Por qué? Él lo argumentaba así: “los ricos, los
hombres, el poder, tenéis vuestro espacio garantizado , estáis acostumbrados a que
todo el mundo os va a escuchar. En cambio las que somos pobres, las mujeres , los
maricones, los desgraciadito de este mundo, tenemos que ir rápido a decir las cosas
porque a lo mejor no hay espacio , lo tenemos que hacer con rapidez, y hay que hablar
como una metralleta porque sino, no lo colocas”.
Así me siento yo cuando hablo en espacios que no son íntimos. Como si ese tiempo no
fuera mío sino algo prestado. Y para estar a la altura del préstamo de tiempo y atención
intento ser rápida, ir al grano, condensar lo que quiero decir y soltarlo sin demasiadas
pausas o circunloquios enrevesados. Prolongarme lo vería como un abuso, un exceso
que no merezco. A más inseguridad, mayor velocidad. Eso creo.
Casualidades de la vida, en mi pequeña encuesta social dentro de mi circulo de
allegados, la mayoría de personas que se reconocen en ese hablar rápido son mujeres.
¿Por qué será?
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