Que el resultado sea magnífico no es consecuencia de las muchas horas de trabajo, de la dedicación y de la paciencia, qué va, sino de que uno es algo mago, guapo de alma y de espíritu estilizado. Un modo de cortesía y elegancia que anda muy desprestigiado en estos tiempos de servilismo, de tedio, de magnificación de la apariencia y de microscópicos funcionarios y mierdas envueltas en celofán como inmejorables modelos sociales.